De lo negativo, resaltar solamente un par de cosas: el viaje en sí, y la tarde del miércoles.
El viaje en avión, peor que decepcionante. Igual es que llevo mucho tiempo volando con Iberia (o incluso Vueling/Clikair, que ahora es todo lo mismo) y que me he acostumbrado a lo bueno: aviones nuevos, europeos (Airbuses) y vuelos plácidos. En este caso, los aviones eran boeings un tanto ajados, la musiquita con publicidad según subías al avión insufrible, pero, de largo, lo peor, el dolor de oidos, tanto a la ida como a la vuelta, que me ha durado varios días. Yo no sé si la presurización de los aviones es peor, o si la "suerte" quiso que nos tocara un capitán que hizo unas aproximaciones francamente mejorables... o igual simplemente mi cuerpo tenía día tonto, a la ida y a la vuelta. Pero he volado bastante tirando a mucho, y jamas me había pasado algo así con los oidos.
El miércoles por la tarde, ya paseando por los acantilados de Howth, la ansiedad me dió un primer aviso. Pero era solo el principio. Después de marearme en el tren de vuelta, y tratando de echar una siesta para recuperar el intenso desgaste físico de la fiesta de la noche anterior, me desperté con muchísimo agobio: no aguantaba más allí, me daba pánico el día siguiente, y necesitaba largarme del país cuanto antes. Si en ese momento llego a conseguir un vuelo a precio razonable (y hay que tener por seguro que lo intente de unas cuantas maneras) seguro, segurísimo, que me largo. Habiendo pasado el tiempo, me parece que fue una suerte que no lo hubiera. Y una suerte contar con grandes amigos que me llevaron a dar un paseo, a que encontrara elementos comunes que me permitieran volver a la tierra, y que escucharan la chapa inmisericorde ferroviaria que les tuve que contar. Gracias, chicos, porque por vosotros aguanté hasta el final.
Aparte, un par de detallitos desagradables: la fábrica de Guinness, aunque sigue siendo una visita recomendable, ya no es lo que era. Lo han convertido en algo muy fashion, muy de diseño... parece un pabellón de la Expo. Pero ya no se ve realmente cómo se hace la cerveza, ya no se huele el proceso de fermentación... ha perdido realismo. Y el miércoles a la noche, cuando iba a salir de un baño, se me cruzó un tío que me empezó a decir que no le gritara, y a contar que él había matado gente, que le habían perseguido disparándole... y hasta enseñaba las cicatrices de bala. Pasé miedo.
Resumiendo, que, como se ve, las cosas negativas han sido muchas menos y con menos peso que las positivas que enumeraba ayer.
1 comentario:
respira hondo...k tu puedes con la ansiedad y kn todo lo k se te ponga por delante....ánimo!! y besos a pares
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