Ha llegado una carta de la Generalitat de Catalunya. Ellos gestionan los libros de reclamaciones en su ámbito competencial, de forma que nos han remitido las alegaciones que hace la empresa defendiendo al amable (contado el 8 de agosto).
Básicamente la empresa viene a decir que no es que el conductor fuera un borde, no. Es que el pobre estaba muy ocupado vigilando las maletas que se depositaban (en un maletero cerrado, curiosamente las maletas estaban en el pasillo) y concentrado en cobrar y dar correctamente los cambios (debe ser que al hombre le habían enseñado a contar hace poco). Que él estuvo encantado de dar la información cuando terminó su trabajo, y que pregunto si íbamos a subir o no porque veía que no subíamos.
Evidentemente, ante tamaña exhibición de morro y de argumentos falsos, toca volver a enviar alegaciones (para lo que tenemos 15 días). Pero todo es tan sencillo como: si el hombre estaba deseando darnos las indicaciones que le pedíamos cuando acabara con las demás tareas... ¿por qué no nos las dio cuando acabó las demás tareas? Si no subíamos... ¿no era precisamente porque seguíamos sin saber si ese era el autobús que teníamos que coger? Y por último... ¿por qué dicen que tenía que estar atento a las maletas depositadas cuando el maletero no se abrió? Y... ¿no es serio que cuando voy a pedirle explicaciones el tío me cierre la puerta en las narices y se largue?
Hay quien defiende lo indefendible.
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