Ayer estuvimos en una de las nuevas "atracciones" del meandro de ranillas, fuera de la expo: la que llaman playa fluvial del Ebro.
La sensación: ni playa, ni fluvial. Un recinto de arena con palmeras, chiringuitos y restaurantes, con música chill-out a todo volumen y figurines jugando a volley-ball, al más puro estilo ibicenco-marbelli-fashion. Y al lado de la plataforma de arena, una piscina, que no es más, con la entrada hecha de guijarros para parecer otra cosa, y el vaso más profundo que no pasa de 1.40. Vamos, que para los que bajamos del cantábrico, se nos hace un poco pobre, aunque entiendo que para quien tiene la playa real más cercana a 300 km de casa, pues puede valerle como sustitutivo.
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