Desde hace ya muchos años, yo tengo una fuerte inhibición para con el cumplimiento de norvativas, leyes, o incluso , en algunas ocasiones, reglas no escritas. Y por eso me fastidia mucho ver como quien se salta las reglas, muchas veces, obtiene un claro beneficio, lo que evidentemente le impulsará a seguir haciéndolo.
Pongo dos ejemplos, absolutamente chorras, sin ninguna repercusión seria en la vida real, pero creo que ilustrativos.
Bistro a la salida del Ikea, donde venden los perritos. Llega la hora de cerrar, y un chico coloca una cinta para indicar que está cerrado. Algunos se hacen los locos y la pasan por debajo. Cuando no les quieren atender porque les han visto saltárselo, montan la bronca hasta que son atendidos. Y mientras tanto, los que hemos visto la cinta, hemos entendido lo que quería decir, y lo hemos respetado, a pesar de ser los que sí hemos hecho las cosas bien, no tenemos servicio. El tramposo gana, el honrado pierde.
Buscando aparcamiento. Calle de sentido único. Una plaza queda libre, y lo vemos desde la salida. Damos la vuelta a la manzaana para aparcar, y encontramos que alguien ha entrado en contradirección desde el mismo sitio que estábamos nosotros y ha aparcado. Evidentemente, sin ninguna infracción. El tramposo gana, el honrado pierde.
Insisto en que los ejemplos en sí no son para nada importantes, pero ilustran muy bien el concepto de que para mucha gente, hacer trampas en cosas tan chorras como esas, o en ocasiones en cosas más serias, sale a cuento. Y lo seguirá haciendo, mientras este tipo de actitudes no sean sancionables/sancionadas. O al menos socialmente reprochadas.
Y si al menos el hecho de vivir, a pesar de todas las incomodidades que provoca, acorde las normas, fuera motivo de reconocimiento... pero ni siquiera. El hecho de ser absolutamente respetuoso con las normas no te va a librar de una multa por mal aparcamiento en un lugar en el que no estaba señalizada ninguna prohibición, o de una multa por cruzar vías de tren cuando no lo has hecho, y quien te denuncia tiene tus datos por otro motivo (y, dicho sea de paso, la obligacion de custodiarlos, que se pasa por el forro, el tramposo vuelve a ganar).
Comentaba el otro día Joseba en su blog que en Argelia la corrupción es grande, y que el mayor motivo es que está socialmente bien vista: la gente a lo que aspira no es a que la corrupción desaparezca, sino a verse beneficiada con ello (evidentemente, como norma general, existiendo multitud de excepciones muy honrosas). ¿No es, en el fondo, lo mismo que pasa aquí, donde quien hace trampas se ve ensalzado en lugar de vilipendiado?
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