Parto de un principio: en esta vida no existe lo que es totalmente desastroso, ni lo que es totalmente perfecto, y siempre nos movemos en una cuidada escala de grises. Por tanto, a la hora de saber si algo funciona bien o mal, como nunca va a ser perfecto del todo, ni un desastre del todo, nos tenemos que mover siempre comparativamente.
En Euskadi parece que siempre estamos de precampaña, pero realmente va a haber elecciones en breve. Y, seguro, sin el más mínimo asomo de duda, que algún político saldrá hablando de lo mal que funciona Osakidetza. A ese, sin duda, yo le castigaría a pasar un día con un problema de salud medianamente serio en Valencia.
En casa, con alguien que se despierta un domingo con la pierna hinchada y amoratada, habríamos ido al servicio de urgencias del ambulatorio de Deusto, donde, después de que el administrativo de la entrada tome nota, en pocos minutos (en mi experiencia, nunca más de 20) el médico nos llama por el nombre para pasar consulta. En caso de que la cosa sea medianamente seria, nos enviaría al hospital, donde, después de que el administrativo de la entrada tome nota, y los técnicos de enfermería registren las constantes, en pocos minutos un médico hace una primera evaluación de la situación, para, dependiendo del problema y de la gravedad, asignarle una prioridad, unas pruebas, y, cuando se puede, un tratamiento. Esto, ahora sí, puede tardar varias horas, porque en Urgencias es sencillo que alguien esté más grave, haya que atenderle con más urgencia, o las pruebas lleven más tiempo.
En Valencia, al despertarnos con la pierna hinchada y amoratada, lo primero que hicimos fue llamar a Osakidetza para que nos indicaran que hacer. Nos dieron el telefono del Servicio Valenciano de Asistencia. Al llamarles, nos indicaron que fueramos al centro de atención Serrería II, junto a la antigua estación de Cabanyal. Al llegar, la administrativa de la entrada tomó nota, y nos asignó un número. El médico no llama por el nombre. Curiosamente, tampoco por el número. La cosa funciona como en las antiguas pescaderías: hay que preguntar quien tiene el número anterior, y estar atento para entrar después, porque, además de que no llaman, si se te pasa el turno te ponen el último. Total, dos horas esperando para que nos viera el médico.
Viendo que la cosa era seria, nos envió al Hospital Clínico, con un volante de urgencia. Según llegamos, a la jefa le sentaron en una silla de ruedas, y le emtieron en una zona en la que no podíamos estar los familiares. Cuatro horas estuvo aparcada en un pasillo hasta que le vio el médico. En total, desde que fuimos al ambulatorio, hasta que le pincharon la primera dosis de heparina, pasaron 11 horas. 11 horas que pueden ser preciosas para su recuperación... como estamos viendo ahora en la UCI una semana después.
Lo que es curioso es que, mientras que los profesionales de enfermería le animaban, le consolaban en sus llantos (de dolor por la pierna, de rabia por no ser atendida, y de desolación por estar sola a 700 km de casa), y le decían que debería poner una queja porque no es normal que no te vea un médico en 4 horas, el celador que, despues de 13 horas en urgencias, por fin le llevaba a observación, se permitía el lujo de hacer bromas: "No os quejeis, que tenemos el segundo mejor sistema de salud del mundo". Releche! Pues como será el tercero! Es que nosotros debemos venir del primero...
1 comentario:
Ánimo compañero. No sabía que el tema estaba complicado. Si necesitas cualquier cosa...
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