Este fin de semana, como seguramente ya habrá deducido quien haya leído la entrada de ayer, he tenido un viaje relámpago en tren a Madrid.
Lo bueno, que me lo he pasado en grande, recordando cuánto me gusta viajar en tren.
La parte mala, que al ser un viaje relámpago, tenía el tiempo muy justo, y no he podido estar con mucha gente a la que aprecio mucho, y con quien me hubiera gustado compartir, como mínimo, un cafe (y, preferiblemente, un cubata o incluso una comida).
Si tú, amable lector, eres uno de esos, te pido que me disculpes por no haber podido dedicarte un rato. De verdad que hubiera querido tener tiempo para ello. Espero que me comprendas.
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