jueves, 14 de enero de 2010

Retirar el saludo

Es una medida extrema, que no me gusta aplicar. Creo que sólo lo he hecho una vez en la vida, y, de hecho, ni siquiera ha sido definitivo.

Pero he decidido volver a hacerlo. Cuando, hace ya un tiempo, hubo quien decidió que tenía que aplicar a mi familia y amigos unas medidas desagradables, se amparó en que no lo hacía por que quisiera, sino porque lo hacía obligado por cierto cargo institucional. Hoy en día, que el cargo institucional recae en otra persona, ha quedado claro que no, que realmente el cargo institucional no exigía aquel trato. De manera que ahora se hace necesario emprender dos acciones:

La primera, la persona que ostenta ahora el cargo institucional ha de ir, en representación de la institución, desfaciendo el entuerto que dejó quien antes ostentaba el cargo.

La segunda, a quien antes ostentaba ese cargo, que como ha quedado claro, hizo lo que hizo no por necesidades del cargo, sino por pura cabezonería, le queda retirado mi saludo. La institución puede, hasta cierto punto, ir contando conmigo. A la persona... ni agua.

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2 comentarios:

José Antonio dijo...

Igual hasta sé de lo que hablas.

Niretzat - Para mi dijo...

De hecho, no descartes recibir una llamada en breve...