Esta semana ha empezado con una mala noticia, la muerte de un joven en ciclomotor en Navarra, sucedida por la triste casualidad de que otros jóvenes pasaron delante de él derribando señales de tráfico, su ciclomotor chocó con una, y él recibió un golpe en la base del craneo que a la postre sesgó su vida.
Tristemente, lo único que conozco de Arguedas para poder ilustrar esta entrada es su prácticamente abandonada estación.
A los jóvenes que derribaron las señales les han imputado por un delito, creo que de homicidio por imprudencia grave. La verdad es que es una manera bastante tonta de sesgar una vida ajena, y de fastidiar para siempre las propias. Ójala alguien hubiera tenido dos dedos de frente para evitar la gamberrada, o hubiera coincidido que pudiera recolocar la señal, o avisar a tiempo a las autoridades...
Y por qué esto me ha 'tocado' lo suficiente como para merecer un espacio en este blog? Porque al enterarme de la noticia he sufrido un desagradable deja vu.
Hace más de 20 años, en cierta carretera local de Cantabria, un grupo de crios, menores de edad, también iban de fiesta, y también derribaron una señal al grito de 'Ja, ja, ja! Muertos y heridos!'. En este caso la suerte fue que justamente detrás de ellos iba la Guardia Civil, que corrigió el desaguisado, y amonestó severamente a los chavales. Espero que aprendieran la lección.
Y cómo lo sé? No, yo no era uno de esos chavales, como seguro que más de uno habrá pensado. Pero sí coincidió que estaba con ellos cuando la Guardia Civil llegó para amonestarles. E intentaron echarme la culpa a mí (que también era aun menor de edad por aquel entonces, pero no tan gamberro como ellos). Creo que eso fue lo que me mosqueó tanto, lo que hizo que esa historia no se me haya olvidado nunca... y lo que ha hecho que vuelva a recordarla al leer los sucedido en Arguedas a este pobre joven... que no tuvo tanta suerte.
Descanse en paz.
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