En el viejo almacén de vinos de Bilbao han organizado un gran centro cultural y de servicios, con cines, salas de exposiciones, ludotecas, espacios multiusos, bibliotecas, tiendas de cultura, un enorme atrio con columnas, cafeterias, restaurantes cool, una terraza chill-out... todo muy chulo.
Además, también equipamiento deportivo. Un gimnasio, y unas piscinas. En una explotación público/privada muy curiosa: la parte deportiva es un club privado, que acepta sus propios socios, pero está asociada con el Instituto Municipal de Deportes de Bilbao, de manera que los socios del IMD podemos entrar también en las piscinas de la Alhóndiga.
Hoy nos hemos animado a ir. Nos habían hablado de ellas o muy bien, o muy mal, así que queríamos comprobarlo por nosotros mismos.
El principio ya ha sido decepcionante. Como somos del IMD, pero no específicamente de Alhóndiga, tenían que introducirnos (manualmente) en su base de datos para poder acceder. Y, como andaban liados con no-sé-que-leches de cursillos, hemos tenido que esperar media hora.
Al final hemos podido subir. Los vestuarios muy chulos,muy de diseño... pero no tienen algo tan útil y tan extendido en los polideportivos municipales como poder cerrar la taquilla con tecnología NFC, con una ficha o el mismo carnet. Sigue siendo a la vieja usanza: una moneda, y una llave/pulsera.
Salir del vestuario, llegar a la piscina, y lo primero, un picor en los ojos: la cantidad de cloro, no ya en el agua, sino incluso en el aire, era muy alta. Juntando eso con que el uso del gorro es obligatorio y no solo recomendable, ya empezaba a estar incómodo. Y menos mal que ha coincidido que aun llevaba gorro en la bolsa por si acaso!
En fin, que hay 3 piscinas. En la primera cubre poco, en la segunda menos, y en la tercera por las rodillas. Por tanto, descartamos la tercera para nadar. En la segunda están de cursillos de aquafitness, así que tampoco. La primera está separada en calles, pero sin dejar una amplia zona (como es habitual en los polideportivos) para baño libre: todo parecen calles para nado continuo. Al final, nos explican que las tres primeras calles son para cursillos, y la última calle, en la que caben las escaleras de acceso y poco más (en lugar de tener escalerillas en las esquinas tiene una escalinata por todo un lateral) es la zona de baño libre. Bueno, pues un poco estrecho para nadar, pero allá que nos vamos.
Finalmente, al de un rato, conseguimos coger la dinámica: estar en la zona de baño libre, pero en cuanto hay un 'slot' en la calle contigua para el nado continuo, meterse, hacer un largo, y salir en el otro lado. Estupendo, parece que podemos estar a gusto, finalmente...
Pero no. En ese momento, ha llegado un operario, ha quitado las corcheras que separaban la zona de baño libre y la primera calle de nado contnuo, y nos ha pedido muy amablemente que saliéramos de ahí, poque empezaba una clase de hydrorider, y tenían que empezar a meter las bicis a la piscina. Que digo yo que si ya hay una zona entera de la primera piscina, y una segunda piscina entera reservadas para cursillos, no hay necesidad de cargarse la única zona de baño libre que había. Pero, parece que sí.
Conclusión: ni tres largos hemos podido hacer. Con un "A la mierda, nos volvemos a Zorroza", nos hemos largado, y no creo que volvamos. Tanta actividad rara, tanto diseño y tanta leche, para que al final no puedas ir a una piscina, simplemente a nadar un rato tranquilo.
_
2 comentarios:
Que te parezca mal que el gorro sea obligatorio y no recomendable sólo demuestra que has estado en pocas piscinas públicas.
Que sin conocerme aventures el número de piscinas públicas en las que he estado sólo demuestra que la ignorancia es osada.
Publicar un comentario