Después de ver el jaleo de caballos el día anterior, nos fuimos a ver un jaleo de burros que hacían en Ferrerías. Y que viene a ser una parodia de los tan serios jaleos de caballos. Resultó ser divertidísimo!
Al terminar, subida al punto más alto de la isla, Monte Toro. Buena vista de la isla completa.
Después, a comer a Mahon. La verdad, nos gustó mucho menos que Ciudadela. Un par de cosas puntuales chulas de ver, pero el ambiente general, puede ser el de una ciudad cualquiera, sin que le encontráramos nada especial. Como curiosidad, nos encontramos allí con el barco en el que hicimos el viaje de bodas, que ahora pertenece a otra compañía.
Nos costó comer. En varios sitios en los que intentamos, el servicio parecía tener poco interés en que nos quedáramos. Nos pareció inaudito, y diametralmente opuesto a lo que habíamos vivido en Ciudadela.
A la tarde, a visitar la Mola. Un fuerte impresionante.
Después, a Trepuco. Poblado Talayótico a la salida de Mahon hacia San Luis. La sensación cuando se anda entre piedras que se apilaron hace miles de años, también es especial.
Y seguimos hacia el sur. Binibeca, poblado de pescadores con estrechas callejuelas laberínticas y una pequeña calita. Vale, no era realmente un poblado de pescadores, es un complejo turístico, pero, una vez nadie se lleva a engaño, es chulo de ver.
Seguimos pasando calas: Cales Coves, Cala Porter... hasta llegar a la Cova d'en Xoroi. Una cueva en plena cara sur del acantilado, acondicionada como chill-out / discoteca, donde se ven unos atardeceres que no están nada mal. Merece la pena verlo una vez, aunque reconozco que no es el sitio donde iría a tomar mis copas normalmente.
Atardecía, y ya estábamos cansados del meneo que le habíamos pegado a la parte este de la isla, así que enfilamos para casa. Como bonus track, pudimos visitar Torre d'en Galmés, un poblado de la edad del bronce enorme. Se calcula que vivían más de 1000 personas en él.
Y suficiente. Después de cenar, terminamos el día con un estupendo '64' de la Heladería Torres. Ya descansando a la fresca, los lugareños alucinaban de cómo habíamos conseguido sacar chispas a un solo día.
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